Desde el pueblo, alzando la mirada al río, se logran ver los árboles más altos y frondosos del lugar, esos son los objetivos. He comprado una nueva hacha, la afilada hoja tiene un brillante color carmesí con un fuerte mango de madera fina. La mañana es fresca y agradable para conseguir un poco de madera para el fuego de mi hogar. En mi morral llevo un bote con tizate, para ponerme en la cara cuando el sol esté fuerte, así como también llevo pan, queso y un “pumpo” grande con agua, el viaje para encontrar el árbol perfecto para cortar ramas que sirvan de leña se necesita paciencia y tiempo, eso me lo enseñó el linaje de leñadores en mi familia. Fotografía de Rafael de J. Araujo González. 2022 Dejo mi hogar y emprendo mi travesía al amanecer. El camino huele a tierra mojada, los árboles en el monte aún tienen la resolana del alba. El silencio de la montaña se rompe con el cantar de los pajarillos, junto con mis pasos sobre el césped húmedo. La luz del sol se comienza a filtrar entre la...
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