Hubo un lugar, un espacio donde Dios, llamado YHV, tuvo la idea de reposar y dejar que sus sueños crecieran. Como esos sueños fueron generados por el mismísmo Ser Supremo, creador y dador de la vida, éstos salieron y se fueron por el mundo, solo Dios sabe a dónde llegaron. Está grabado en las piedras más antiguas el sitio exacto de tal acontecimiento pues no es común que YHV se dé un momento de reposo y solaz esparcimiento. Ese territorio tenía las primeras plantas. Las había en abundancia, de grandes dimensiones y de innombrables colores. No se pueden describir los olores que desprendían las flores y frutos que producían. Tantos y tan relucientes eran los colores que las aves, a veces con un poco de envidia, tuvieron que usarlos como pigmentos en la hora de buscar pareja. Es difícil nombrar todos y cada uno de los seres vivos que transitaban por los senderos que atravesaban el lugar pues los había en tal cantidad y variedad que muchos de ellos hoy ya no se ven más. M...