Silencio y lágrima (4 de 43)
Fotografía de Rafael de J. Araujo González |
- ¿Qué es
el silencio?
- Todavía
no lo sé, Magdalena. A veces, me parece que es una lágrima, como aquella que
sueltas a escondidas y que nunca está acompañada. No creas que suceden sin que
yo lo perciba, no. La he visto porque deja una huella invisible para quien
descuida su mirada, pero no para mí. Me pregunto y te lo digo ahora, ¿por qué
sueltas lágrimas solitarias? y, además, ¿por qué tratas de que no las vea?
Magdalena
caminó un rato sin dar respuesta. A mediodía, un día como el de hoy 26 de
septiembre, el sol era intenso y las calles estaban vacías, en silencio. Solo
se escuchaba el lento y un poco triste andar de los pies calzados de ella.
- Es
probable que no lo sepa, ni yo misma. Sólo sé que llega el momento de soltarla,
darle libertad.
- No te
entiendo.
- ¿Lo
ves? Por eso nada te digo y nada te enseño. Porque quieres una explicación. No
la hay porque no la tengo. Y mis lágrimas, a veces quieren salir solitas, una a
la vez. Lo sé porque el corazón me lo insinúa, me lo susurra y sé que debo
dejarla fluir.
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